
Nuestros jóvenes del Tercer Mundo ya han visto un número suficiente de fotos de galaxias y esquemas de la molécula de DNA, ya se dieron por enterados de las peripecias de Galileo, Madame Curie y Einstein, ya se sienten un tanto hartos de divulgaciones científicas basadas en chirimbolos estrambóticos y bichos estrafalarios, y ya han escuchado hasta el hartazgo la afirmación de que sus países necesitan investigadores. Ahora desean saber para qué se los quiere atraer a la profesión de científico, en qué consiste ser investigador, quién utilizaría y pagaría por sus servicios, qué inserción y papel sociales esperaría.
En el presente libro se argumenta que esas preguntas no se contestan con calcar los esquemas del Primer Mundo y luego desteñirlos un tanto para adecuarlos a nuestra endémica falta de dinero; que nuestro desarrollo científico no debería consistir en correr detrás de los...leer más