El taller de Augusto H. Álvarez fue uno de los principales despachos de arquitectura de México en la segunda mitad del siglo XX. Instrumento cotidiano en el taller, el dibujo llegó a ser muy valioso para prefigurar el edificio y sus partes, pues cada proyecto se caracterizaba por la racionalidad, la modulación y el desarrollo del detalle. Con la intención de motivar a los arquitectos del siglo XXI a retomar el lápiz y el papel, esta publicación ofrece material original del equipo de Álvarez, ahora bajo el resguardo del Archivo de Arquitectos Mexicanos.