La expresión "el odio a la música" puede escandalizar. Precisamente porque el poder y la nobleza del arte sonoro son universales y contundentes. El ritmo de la música seduce de inmediato al ritmo del cuerpo: el movimiento cardíaco y el vaivén del alma.
Desde que se tiene noción de humanidad, la música siempre ha acompañado y vuelto más placentera la existencia. Muchos filósofos lo han dicho, de Nietzsche a Adorno: la música hace mejor la vida. Se registra en los libros más viejos, en la obra de Homero y Virgilio, en los cantos de Asia y Egipto. Pero hubo una época de terror en que todo se vio desfigurado: la guerra, la llamada Segunda Guerra Mundial. Porque mientras se mataba y se encaminaba a los prisioneros a las cámaras de gas, se tocaba música. Existían orquestas obligadas por los nazis a producir el sound track de la barbarie.
Pascal Quignard a través de diez breves...read more