Paul Celan, lector de Freud
Arnau Pons, lector de Celan
Por José Luis Gómez Toré
Gradiva, Revista de la Sociedad Chilena de Psicoanálisis (ICHPA), VI, Nº 2, 2017
« Se ha destacado el hecho de que a la hora de titular su obra magna, La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung), Freud optara por la palabra “interpretación” (Deutung) y no por “ciencia” (Wissenschaft). El padre del psicoanálisis se adelantaba así a todos los ataques contra el carácter no científico de su pensamiento, al sugerir la imposibilidad de una ciencia de los sueños en sentido estricto y la peculiar estructura del inconsciente (no reducible a un catálogo de imágenes más o menos codificada). Al mismo tiempo, se dejaba entrever la necesidad de un modelo epistemológico que no dejara fuera, en aras de la simplicidad explicativa, la complejidad de lo real. Por más que el sabio vienés no fuera siempre fiel a sus planteamientos, esta faceta de su reflexión sigue siendo plenamente contemporánea. Se trata, en efecto, de una cuestión esencial, que afecta por igual al conocimiento de la psique como a la reflexión en campostan dispares como el arte, la ética o la política. Pues lo que está planteando Freud es, frente a una larguísima tradición filosófica, incluso pre-científica, que concibe el conocimiento como conocimiento de lo universal, la posibilidad de otro modo de conocer que haga justicia a lo individual, a aquello que escapa a cualquier esquema generalizador. De ahí que, más allá de lo errado de algunas interpretaciones psicoanalíticas (o pseudofreudianas) de la obra de arte, culpables precisamente de querer imponer una simbólica fija, la aportación fundamental de Freud a la lectura de la obra artística haya sido su forma de orientar nuestra mirada hacia ese cruce entre lo individual y lo genérico. En La interpretación de los sueños se rompe así con la tradición que busca en el universo onírico una serie de significados prefijados, al constatar que hay que apelar a la experiencia personal del paciente, sin cuyo concurso el sueño resulta apenas descifrable para el analista.
» De igual manera, la obra de arte se resiste a ser interpretada, puesto que en ella asistimos a la conformación de un mundo simbólico, en buena parte supraindividual, en gran medida preexistente a la impronta personal, a menudo en conflicto con la herencia que ha recibido. A algo semejante apuntaba Paul Celan, cuando en sus llamados “microlitos”, afirmaba: “La poesía: un realizarse de la lengua a través de una individuación radical, es decir, a través del hablar único, irrepetible de un individuo”.
» ¿Cómo el paradigma dominante, que solo admite por válido aquello que puede ponerse bajo una ley general y admite ser reproducido, puede hacerse cargo de ese “hablar único, irrepetible” de un individuo cualquiera, sobre todo, si ese individuo concreto es un poeta? En la entrevista a Jean Bollack que cierra el libro de Arnau Pons, el primero confiesa que, para leer a Paul Celan, ha tenido que aprender el “celaniano”. Si toda obra literaria supone un idiolecto particular, ello se extrema en el caso de la poesía, y más en un poeta como Celan. La suya es una propuesta que parece responder al propósito declarado por el propio escritor de pensar a Mallarmé hasta el final (y hasta el final, en Celan, puede suponer incluso pensar al autor francés en contra de algunos postulados del propio Mallarmé). La escritura de Celan implica un desafío para cualquier crítico (para cualquier lector) por la radicalidad de sus planteamientos. No es de extrañar, por tanto, el interés que ha suscitado, incluso entre el gremio de los filósofos. »
*
Haz clic aquí para leer la reseña completa.
Arnau Pons, Celan, lector de Freud en nuestra tienda en línea.