Caterina Albert i Paradís nace en 1869 en La Escala, Girona, en el seno de una acomodada familia de propietarios rurales. En vez de resignarse al destino previsible para las mujeres de la época (matrimonio y maternidad), nunca se casó y se entregó a actividades artísticas como la pintura, la lectura y la escritura. Con el monólogo teatral La infanticida ganó los Juegos Florales de Olot en 1898. No obstante, el hecho de que no asistiera a recoger el premio, unido a la inmoralidad que se le imputaba a la obra y a la revelación de que había sido escrita por una mujer, hizo que el jurado le retirara el galardón. A partir de entonces, Caterina adoptó el seudónimo masculino de Víctor Català —que ya nunca abandonaría— para firmar todos sus textos. La publicación de Dramas rurales (1902) abrió su época dorada como escritora, que culminaría con su obra maestra Soledad (1905), considerada una cumbre de las letras catalanas. Pese al éxito internacional que alcanza con esta novela, las constantes críticas de los novecentistas llevaron a Albert a trece años de silencio, un silencio que terminó con Un film (3000 metros) (1926) y tres volúmenes de cuentos. La guerra civil vuelve a interrumpir su producción literaria casi veinte años hasta la publicación de Retablo (1944), seguida de las que serán sus últimas obras. Caterina Albert muere a principios de 1966, pero Víctor Català, su inconformista, vehemente y, por encima de todo, libre alter ego literario está más vivo que nunca.