Ferenczi escribe en su diario clínico de 1932 reflexiones sobre la técnica psicoanalítica. Rechaza la visión positivista del psicoanálisis y destaca que el proceso analítico debe ser un trato humano mutuo, donde paciente y analista participan reciprocamente. Su diario reconstruye el esfuerzo de una mente creadora que propone un nuevo paradigma para el psicoanálisis.