Este libro, que está a medio camino entre la reflexión irracional y el exabrupto sofisticado y que cuenta con el aliento de la ofensa elaborada y el pálpito de la maldición laica, es un compendio que encierra todo el arte del insulto: clase, elegancia, saber estar… No olvidemos que el insulto es un arte que hay que cultivar con el mismo cariño y el mismo mimo con que se trabajan las enemistades.
No pase por alto el lector o lectora que este pequeño volumen es un gran manual de autodefensa. Un arma —orientativa y juguetona— para que ninguna de las ofensas cotidianas quede sin respuesta.