Este breve fragmento de Teofrasto de Ereso, bajo la apariencia de una exégesis levemente crítica y aporética de la filosofía de su maestro, muestra un desplazamiento epistemológico hacia la explicación materialista, esto es, prepara la superación del dualismo platónico-aristotélico en un monismo naturalista y la del finalismo antropomórfico en un mecanismo vitalista.