Todo ciudadano tiene algo que ocultar. Dónde se encuentra y con quién conversa, qué pasiones le arrastran y qué enfermedades le postran, con quién se divierte y de qué aficiones disfruta; nada de esto está destinado a ojos y oídos ajenos. Ninguna autoridad y ninguna empresa está autorizada para abarcar y menos aún para dirigir los hechos de la vida privada. El grado en que los individuos disfrutan de libertad en la sociedad se mide por el modo como pueden encauzar su vida a su propia manera, sin injerencias indeseadas de terceros. La privacidad es el fundamento de la libertad, y esta libertad protege frente a todo poder.
La destrucción de lo privado está desde hace años en pleno apogeo. Está siendo cada vez menor la indignación acerca de la usurpación de datos, vigilancia secreta de personas y teléfonos, búsqueda policíaca extensiva o controles de seguridad generalizados. Apena...leer más