El final más o menos pacífico de la guerra fría hubiera podido dar paso a la disolución de los dos bloques militares y a una revisión radical de las políticas que impulsaron la irracional carrera de armamentos de la segunda mitad del siglo pasado. También habría podido facilitar una reducción de los gastos militares y un incremento de los recursos destinados al desarrollo sostenible de los países empobrecidos. Eso es exactamente lo que proponía el movimiento por la paz no alineado de los años ochenta del siglo xx.
Las potencias occidentales, sin embargo, en lugar de aprovechar la disolución del pacto de Varsovia para avanzar en esa dirección, se dedicaron a vanagloriarse de su «victoria en la guerra fría», a promover la globalización neoliberal y «ecocida», a revalidar la disuasión nuclear, a ampliar las funciones y el ámbito de actuación de la OTAN y a emprender una enloquecid...leer más