Artista fecundo y teórico contradictorio, de enorme influencia sobre sus contemporáneos Eisenstein y Pudovkin en el desarrollo del documental soviético y en movimientos posteriores como la escuela de Grierson en Londres y el cinéma vérité francés. Es considerado el padre del documental moderno.
En 1922 lanza el manifiesto Kino-Glad (Cine-Ojo), donde plantea sus teorías sobre la cámara como instrumento ideal para registrar la realidad. Firme adversario del cine artístico, defiende la vida captada de improviso, lo que plasmó en obras como Cine-ojo (1924), ¡Adelante, Soviet! (1926), La sexta parte del mundo (1926) y Tres cantos sobre Lenin (1934).