Nacido en 1946 en Baltimore, Estados Unidos, con una filmografía indecente y encantadora, llena de atentados contra los límites del docoro, John Waters justifica holgadamente la dignidad con la que William Burroughs lo invistiera al designarlo “pontífice del trash”. Se convirtió en un director de culto en los años 70 gracias a sus comedias groseras, satíricas e irreverentes. Con títulos como Pink Flamingos, Polyester Hairspray o Cry Baby, el director, guionista, productor, actor, fotógrafo y montador es un referente básico del cine undergound más sucio, fresco y desvergonzado. Influenciado por gente tan diversa como William Castle, Federico Fellini, Rainer Werner Fassbinder, Russ Meyer o Andy Warhol, Waters se ha hecho de una reputación por la que a veces se lo denomina “el rey del mal gusto”.