Una interrogante originaria de este trabajo editorial giró en torno a la pregunta: ¿en qué consistió, en Lacan, la invención del objeto a minúscula? Una manera de articular el problema tuvo como punto de partida la expresión coloquial mexicana: ¡me cayó el veinte! la cual, como el Einfall freudiano, asocia la idea que sobreviene y la caída… de un objeto, en este caso un veinte (moneda de veinte centavos de peso mexicano), el cual: “siendo mío, sale de mi bolsillo (de mi cuerpo) y cierra la palabra, y aún así, pervive en mí la ilusión, el deseo de recuperarlo, como si esa monedita y yo estuviéramos destinados a ser uno, aprisionados en una misma acción de la cual no cabe precisar quién es el agente, acción siempre fallida: lo que me cae de regreso es la aprehensión de una pérdida… irremediable”.