No fue una corriente literaria, sino más bien un movimiento de las cosas, una tendencia de lo real. La reunión tácita de una generación de novelistas tan dispares fue aquel sustrato común, impersonal: la experimentación de nuevas formas de escritura. Para el escritor ya no se trataba de ser fiel, veraz, en relación a un mundo más allá, o de ser su expresión. Se trataba de crear el mundo, de inventarlo. Develar las formas implícitas de una materia, en este caso la escritura, como el tallador que sigue las vetas de la madera.
Estos escritos de Robbe-Grillet, que van de 1953 a 1963, tratan de pensar en este meollo experimental, vivo, las condiciones en que se despliega la Nueva Novela; la que ya vivía en Proust, Joyce, Kafka y Flaubert, y que luego encontramos en Beckett, Roussel, Bousquet, y otros.
Este movimiento deshace toda una tradición que va de Balzac a Sartre, en la q...leer más