En el complejo y rico diálogo que es La idea fija (1932), Paul Valéry (1871-1945) aborda algunos de sus temas más queridos, casi obsesivos. La posibilidad de un orden del mundo, la condición del tiempo, la naturaleza del intelecto, el concepto y la intuición, la adecuación del lenguaje y del discurso..., son algunos de los asuntos que desgrana este diálogo, casi terapéutico, entre dos personajes que, hablando, ven cómo se les echa encima la noche. Publicado inicialmente en 1932, La idea fija ha sido considerado como uno de los diálogos más brillantes del poeta. Movido como un juego, en él descubren las ideas sus dobleces, la inutilidad de amarrar en un puerto seguro, que no existe, y la ineludible necesidad de hacerlo.