Lejos de nuestros modelos, la palabra desorden suele designar la riada anónima del exterior. Querría señalar la fuerza ciega de una corriente humana y terrenal, impetuosamente aleatoria, de la que debemos protegernos. Pero éste no es un libro de ética al estilo usual. No opera con la contraposición del bien al mal, no busca un conjunto de prescripciones para una vida mejor ni una idea del deber que guíe la acción. No intenta que los hombres aprendan a conducirse en términos supuestamente morales, sino que cada uno asuma su indescifrable signo natal y le dé una forma de vida. El vínculo entre ética y alegría, entre moral y fuerza, ha sido peligrosamente olvidado. La disciplina no es reclamada por las señas externas de la organización, sino por el desarrollo interior de la potencia.
Este libro intenta actualizar la vieja certeza, oriental y occidental, de que las contingencias ext...leer más