Si Nina viene de Suiza, Natalia de Bielorrusia y Josefina del Paraná, yo apenas si me he movido de donde nací. Fueron mis abuelos los que se trasladaron desde Santiago del Estero (los maternos) y desde Gran Bretaña (los paternos), dejándome el interés por la traducción, la cocina y la vejez. Mis padres me hicieron conocer el gusto por la quietud y ese modo de excavar que es la repetición. Entre el mandato de moverme y el de quedarme, opté por esta pequeña reclusión que es la literatura, que para mí es un tridente de lectura, escritura y traducción.