Como señala el autor, resulta alarmante que la prensa, la televisión, los partidos políticos o los intelectuales apenas protestan. Al contrario, los medios de comunicación fomentan esta judeofobia con titulares tendenciosos sobre el conflicto entre israelíes y palestinos, que funde las nociones de judío, israelí y sionista en una delirante amalgama, a la que los nuevos antijudíos ven como representante de una potencia maléfica que supuestamente mueve los hilos del imperialismo y de la globalización económica.