Hachi (ocho) era un perro de raza Akita, una de las más populares de Japón, que vivía con Hidesaburō Ueno, profesor de Ingeniería Agrónoma de la Universidad de Tokio.
Todas las mañanas, el fiel Hachi acompañaba al profesor a la estación de Shibuya y regresaba, cada tarde, para recibirlo; hasta que un día, Ueno sufrió una hemorragia cerebral mientras impartía clase y falleció.
Al comprobar que su amigo no regresaba, el perro se quedó a vivir frente a la estación. La gente, conmovida por su devoción, comenzó a alimentarlo y lo apodó Hachikō (el leal Hachi).
Hachikō murió diez años después frente a la estación de Shibuya. Allí mismo, hay erigida una estatua de bronce en su honor.
Nueve relatos de distinta temática en los que el protagonista indiscutible es el perro, un animal muy querido y respetado en Japón, que tiene incluso varias razas autóctonas, y que es...leer más