Continúo aquí por un camino lateral la investigación que llevo realizando durante años en torno a la antropología del cuerpo. La voz, si bien escapa del cuerpo, está arraigada en él, no hay voz sin cuerpo. Es particularmente difícil de abordar, como ya señaló la historiadora Arlette Farge, pero en este sentido ofrece un desafío apasionante para el investigador. Esta investigación me ha llevado años marcados de notas fragmentadas en los cuales a veces sentía la imposibilidad de llevar a buen puerto este proyecto. Aunque la voz es algo frecuente, no deja de escurrirse como agua entre los dedos. Sin embargo, en años anteriores reflexioné sobre cuestiones igualmente difíciles de abordar que planteaban dificultades similares: pienso en Rostros o en El Silencio.
El rostro sobre todo es un objeto marcado de sensibilidad y de singularidad, pero impregnado del vínculo social. En Rostros...leer más