Son muchos los biógrafos de Marcel Proust que consideran que, en su vida, hubo dos personas fundamentales: su propia madre, y su ama de llaves, Céleste Albaret.
Criada del novelista desde 1913 hasta su muerte en 1922, cuando entró a trabajar en la casa, Céleste era una joven recién casada de 21 años que acababa de llegar a París, proveniente de una zona remota del sur de Francia. Tras la muerte del escritor, del que nada heredó ni quiso heredar, tuvo varios oficios. Cincuenta años después, a principios de la década de los setenta fue “redescubierta” por una editorial francesa que le convenció de publicar sus memorias, por el interés que podía tener su experiencia vital junto al genial Marcel Proust. Mensajera, ama de llaves, confidente, amiga y enfermera hasta su muerte en 1922, Céleste Albaret pasó junto al novelista más tiempo que nadie. Setenta horas de entrevistas forman la base de este libro que permite conocer de una manera cercana y amable a uno de los escritores más importantes del siglo XX, en sus años más productivos. Como atestiguan sus memorias, Céleste no lamentó ni solo minuto de las horas que pasó a su servicio.