Charles de Foucald

Charles de Foucald

La vida de Charles de Foucauld (1858- 1916) fue intensa y consecuente. Nacido en una noble familia francesa, cursó la carrera militar, distinguiéndose por su indisciplina. En 1882 dejó el ejército con el fin de explorar Marruecos. Charles se preparó a fondo para este peligroso viaje, que fue su periplo iniciático. Con el apoyo de sociedades geográficas de Francia y Argelia y disfrazado de rabino judío, penetró en el corazón del Magreb. Allí sufrirá un cambio vital al conocer la simplicidad y contundencia de la religión islámica y la belleza del desierto; ambos confrontarán al aventurero con el Absoluto.

De febrero a octubre de 1886 vive en París, donde, muy transformado por sus experiencias, madura su conversión a la fe católica, auxiliado por las enseñanzas de su prima Marie de Bonty y del abate Henri Huvelin, quien se convertirá en su guía espiritual. Hombre radical, Charles no podía vivir su fe a medias y en 1888 parte como peregrino a Tierra Santa; allí descubre su vocación: llevar una vida oculta y silenciosa como Jesús en Nazaret.

Un siguiente paso le conduce a la Trapa. Será trapense desde 1890 hasta 1897, primero en Ardéche y luego en Siria. Pero para fray Marie Alberic, tal fue su nombre en religión, incluso el silencio de la Trapa no era suficiente y pidió ser dispensado de sus votos. Después de esta decisión volvió a Tierra Santa, donde permaneció hasta 1900 trabajando como jardinero de las Clarisas de Nazaret. La abadesa del convento, madre Elizabeth, dándose cuenta de la envergadura espiritual de Charles de Foucauld, le aconsejó el sacerdocio y le animó a que fundase una nueva orden religiosa.

En octubre del mismo año se instala en Béni Abbés y, en 1905, se establece definitivamente en Tamanrasset, cerca de los tuareg, en una cabaña construida por él mismo, donde realiza hasta su muerte su ideal espiritual: contemplación, vida humilde y ayuda al prójimo como “hermano universal”.

El Modelo Unico es un texto formado íntegramente por frases extraídas de los Evangelios. Foucauld quería que el libro fuese un retrato de Jesús y que él mismo nos hablase y enseñase su camino.