Eneas Silvio Piccolomini

Eneas Silvio Piccolomini

Pío II (Corsignano, 18 de octubre de 1405-Ancona, 14 de agosto de 1464) fue un eclesiástico y humanista italiano, 210.o papa de la Iglesia católica, desde el 19 de agosto de 1458 hasta su muerte.

Sucesor de Calixto III, fomentó durante su pontificado una nueva cruzada contra los turcos, tras la Caída de Constantinopla (1453), para lo cual reunió un congreso en la ciudad de Mantua (1459-1461), y que finalmente nunca se concretaría.

Fue uno de los más notables humanistas de su tiempo y protegió las artes y las letras. En 1460 fundó la Universidad de Basilea. Su obra más larga y duradera, Commentarii rerum memorabilium quae temporibus suis contigerunt (1463), es la única autobiografía de un pontífice publicada en vida de su autor.

Su nombre era Eneas Silvio Piccolomini. Nació en Corsignano, una pequeña población toscana a unas 30 millas al sudeste de Siena. Sus padres, Silvio Piccolomini y Vittoria Forteguerri, pertenecían a una estirpe noble venida a menos como consecuencia de las luchas de facciones en la República sienesa, que se había trasladado a la aldea y se hallaba en estado de cierta estrechez económica. El padre hizo algún dinero sirviendo en los ejércitos mercenarios de los Visconti, abandonó las armas y se compró tierras para cultivarlas. Tuvieron 18 hijos pero solo sobrevivieron tres.

La familia se esforzó para que Eneas Silvio pudiera estudiar. A los 18 años marchó a Siena, donde cursó estudios jurídicos bastante a desgana, alternándolos con lecturas apasionadas de los clásicos grecolatinos. Compartió pupitre con el poeta Antonio Beccadelli. Su más cercano educador en Siena fue Mariano de'Sozzini, jurista abierto a las nuevas corrientes humanísticas.

Se entregó entonces a una suerte de errabundeo formativo por ciudades académicas: en Florencia oyó al torrencial y sapientísimo Francesco Filelfo, a cuyas clases asistió dos años en compañía de otro futuro papa, Tomaso Parentucelli, siendo además fámulo en su casa por espacio de dos meses. También estuvo en contacto con el maestro Poggio Bracciolini; en Ferrara conoció al poeta siciliano Giovanni Aurispa, que llegaría a ser su amigo, y a Guarino de Verona, traductor de Estrabón en los ejemplares que el joven Eneas había leído. Además, trabajó mucho por su cuenta, y a los 26 años era ya un sagaz latinista, capaz de escribir en esa lengua de modo sencillo, elegante y eficaz, además de un maestro de la retórica. Sus talentos alcanzaron también la composición de versos latinos.

Como intelectual sin dinero, se le ofreció la disyuntiva entre la iglesia o la abogacía. Puesto que la jurisprudencia le hastiaba y el mismo san Bernardino de Siena le desaconsejó entrar en religión, escogió un camino intermedio. Así pues, entró al servicio de jerarcas de la Iglesia -embarcada por entonces en cismas y conflictos de poder- como secretario, orador y diplomático, y se lanzó a recorrer durante años los territorios centroeuropeos.