Hélio Oiticica (Río de Janeiro, Brasil, 1937-1980) es uno de los artistas más exhaustivos y apasionadamente revolucionarios (en la plena y pura acepción de la palabra) de la segunda mitad del siglo XX. De la pintura stricto sensu a la vibración ígnea del color en estructuras móviles, volátiles, de las intervenciones polisémicas al movimiento permanente –la potencia del cambio en su experiencia cúspide: el parangolé–, Hélio Oiticica fue y sigue siendo la viva encarnación de dos lemas que acuñó y que marcaron a fuego a sus contemporáneos: “Sea marginal – sea héroe” y “experimentar lo experimental”. Como la piedra imán de los alquimistas, la escritura –verbosidad intensa desplegada en grafos veloces– era para Hélio parte integral de su obra. Porque creía en la materialidad de la palabra y propagaba una nueva versión –y una nueva visión– del artista: aquel que propone y deja un testimonio verbal de su proceso creador.