Matilde de Magdeburgo (ca. 1207-1282) procedía de una familia noble de la diócesis de Magdeburgo. Tuvo su primera experiencia mística a la edad de doce años. Hacia los veinte abandonó a su familia para marcharse a la ciudad de Magdeburgo, donde se unió a un grupo de beguinas, comunidades de mujeres laicas que llevaban una vida de oración y de servicio a los pobres y enfermos. A partir de 1250, por encargo de su confesor, Heinrich von Halle, empezó a poner por escrito sus visiones, labor que ocuparía el resto de su vida. Hacia 1280 las persecuciones contra las beguinas obligaron a Matilde a buscar refugio en el convento cisterciense de Helfta, hogar también de otras mujeres escritoras, como Gertrudis la Grande y Matilde de Hackeborn, que la reconocieron como maestra.