Rafael Bernal García (1915-1972), bisnieto del historiador Joaquín García Icazbalceta, nació en la colonia Santa María la Ribera de la Ciudad de México el 28 de junio; murió en Berna, Suiza, un 17 de septiembre y aunque según voluntad expresa, sus restos quedaran allá, tiempo después sus familiares los trasladaron a la Catedral Metropolitana de México D.F.
Publicó poesía, cuento, novela, ensayo y teatro. También cultivó la historia a la manera de Emil Ludwig y Stefan Zweig.
Si bien sus primeros libros lo colocaron en la prosa antirrevolucionaria (criticó la gesta no sólo por los elementos de corrupción que se introdujeron en ella, sino por los despojos que sufrió su familia), diversificó su producción hacia los relatos marinos y el cuento policial clásico, es decir, de puro enigma. Le pertenece el honor de haber escrito la primera novela policiaca negra en México, es decir, aquélla de fuerte contenido social. Con Tierra de gracia insertó su narrativa en el regionalismo y en el asedio del gran tópico de la literatura hispanoamericana: el de civilización y barbarie. Este proyecto guarda una notable afinidad con Los pasos perdidos, de Alejo Carpentier.
Por su empleo en el servicio exterior, no perteneció a grupo literario alguno, pese a que Agustín Yáñez lo apoyó para que publicara en el Fondo de Cultura Económica.
Aunque un tiempo militó en el sinarquismo, lo abandonó al comprobar los oscuros intereses que movían a sus líderes. Se ha dicho que encapuchó la estatua de Benito Juárez en el Hemiciclo, pero eso se puede desmentir si observamos en la Enciclopedia de México la foto de aquel instante, mismo en que Bernal leía un texto ante un micrófono.