Anarquista y protagonista destacado de la Revolución rusa desde 1918, Victor Napoleón Lvovich Kibalchich —Serge fue el seudónimo adoptado en la revista española Tierra y Libertad— fue también una de las primeras voces críticas con el estalinismo. Dotado de una notable capacidad para las letras, trabajó en la Internacional Comunista como periodista, editor y traductor. Hijo de exiliados de la Rusia zarista, se entregó por completo a las ideas y las actividades que confirieron al siglo XX su miseria y su esplendor. No fue el único revolucionario que lo hizo, pero sí uno de los pocos que no confundió esos dos extremos y que, protagonista del esplendor que pareció encarnar la revolución rusa, advirtió desde los primeros momentos la miseria en la que se precipitaba.
Serge estuvo en contacto con sus dirigentes, desde Lenin hasta Trotski, Bujarin o Zinoviev, y se sintió por ello comprometido a denunciar lo que, todavía instalado en la fe original, consideró graves errores, como el establecimiento de checas en lugar de tribunales con garantías.