Vladimir Nabokov escribió poesía en lengua rusa desde su adolescencia hasta casi el final de sus días. Su primera colección de versos data de 1916, cuando el autor era todavía estudiante del Instituto Tenishev en San Petersburgo. Nabokov recuerda aquellos poemas con las siguientes palabras: "Mi primer librito de versos fue excepcionalmente malo, tuvo el mérito de ser instantáneamente destrozado por los críticos que repararon en él". Otra colección de poemas se publicó en 1918 pero pasó inadvertida. En la emigración publicó poesías en periódicos y revistas, a menudo bajo el seudónimo de V. Sirin, pero la crítica de la época lo acusó de pasado de moda, clásico e incluso banal. Su obra poética ha quedado recogida en algunas colecciones de poemas publicados en Berlín (Racimo y Camino de montaña en 1923, La vuelta de Chorba en 1930), en París (Poesías 1929-1951), o en EE.UU. (Poemas y problemas 1970).
Es cierto que su poesía se ha visto ensombrecida por la grandiosidad de su prosa, e incluso se ha mantenido oculta tras la brillantez de los grandes escritores líricos rusos del siglo XX: Jodasévich, Esenin, Axmátova, Tsvietaieva, Bunin o Maiakovski. Sin embargo, los poemas de Nabokov han superado la prueba del tiempo y se nos presentan en la actualidad vivos, llenos de fuerza y de atractivo.