ACÁ NO, ACÁ NO ME MANDA NADIE... ni el Estado, ni Obeid, ni Lifchitz, ni Binner, ni Reutemann. Esto es una autogestión total. Me mandan las reglas del mercado, pero nadie me manda en la fábrica, porque el Estado mañana no puede decirme ustedes tienen que producir tal cosa o tal otra, entontes, es así, a mi nadie me manda".
La escritura de este libro nunca destierra cierto estado de búsqueda, cierta conciencia de provisoriedad. No se dejan de lado las incomodidades. Y, en ese movimiento, también elude el encasillamiento: ni tono militante ni académico, ni periodístico ni novelístico, no es sólo crónica ni tampoco puras notas de campo.