En la memoria un paisaje brumoso, de oscura luz, se hace presente una y otra vez, sin que su espectador —el que recuerda— pueda evitarlo.
Un pájaro se descuelga del cielo. Cae en picada. Muere, pero sus ojos siguen con vida, perjurando en el cristal un miedo secreto, que sabrá esconderse en los pliegues del futuro.
Ahí es una historia sobre la infancia secreta, oscura y lejana, desde la cual reverberan con lúcida insistencia ecos con voces, palabras a medio decir e imágenes que habrá que completar por siempre. Ahí es un juego de sombras. Una mancha en la memoria que Claudio y Vicente han plasmado en un micro cuento contado en versos e ilustrado en miniaturas, resguardado todo por negras arborescencias.
Y ahí, en la portada, yace un pájaro sin nombre. Nadie dice: yo fui.