Un extenso linaje crítico nos advierte que una imagen es siempre el resultado de una manipulación, y que por eso no puede nunca ser inocente. La crítica del espectáculo de Debord, las meditaciones de Didi-Huberman sobre cómo nos afectan las imágenes que observamos, y las investigaciones de Farocki sobre las cámaras de uso militar nos recuerdan que el ojo es un campo de batalla, y que el destino de nuestra autonomía se cifra en la capacidad que tengamos para penetrar el sentido de las continuas radiaciones visuales a las que estamos sometidos.
En este conjunto de textos, la videoartista y ensayista Hito Steyerl actualiza estas reflexiones en un contexto en el que la infraestructura de la Web y la telefonía móvil multiplicaron la ubicuidad de las pantallas, y la proliferación de imágenes pareciera haber transformado nuestra vida cotidiana en un efecto de postproducción, un modela...leer más