Brueghel, un hombre erudito, comenzó su vida pictorica con trabajos de paisajes, un interés que retuvo durante toda su vida. Demuestra, en este y en otros cuadros, su habilidad para representar el cambio de estaciones y las características de la naturaleza en cada una. Procesó una gran admiración por su pintor flamenco pred ecesor, El Bosco, que influyó notablemente en muchos de sus trabajos. Redefinió sus técnicas creativas, pero al mismo tiempo mantuvo el contacto con la realidad. Se ha dicho de su trabajo que es más "meditación", que pintura.