Desde los albores de la política en Occidente el significado de ser ciudadanos era todo lo contrario a algo unívoco y de amplio consenso. La modernidad transformó esta condición en algo aún más enigmático y conflictivo. Indisociable de la democracia y de las reivindicaciones de igualdad y libertad en las que tiene su origen, la ciudadanía se redefine siempre dentro de la contradicción no resuelta entre la vocación universal de los principios y los dispositivos selectivos que regulan la pertenencia a una comunidad política. No todos son ciudadanos, incluso dentro de un mismo Estado-nación. Se ha dicho con agudeza que “algunas personas están en la sociedad, sin ser de la sociedad”. La dinámica de inclusión y exclusión continúa produciendo asimetrías dramáticas, genera aperturas y clausuras sobre todo actualmente, en un momento de especial fragilidad del espacio público y de transformaci...leer más