Para las ciencias humanas, los mundos campesinos son algo remoto. A pesar de que cada día se vuelve más y más evidente que la vida en la Tierra depende, precisamente, de lo que suceda “en la tierra”, se sigue situando esos mundos en el pasado y en un afuera del pensamiento, una terra incognita. Paradójicamente, la vida campesina es “pensada” por cientistas que no trabajan los suelos, pues, según parece, esa vida no puede “pensarse a sí misma”, desde las prácticas conjuntas y las voces humanas y vegetales que habitan los campos.
Esta exclusión, necesaria para conservar el paradigma de la Economía y la Producción, viene de lejos: fisiócratas, liberales y marxistas han discriminado ontológicamente a las plantas a lo largo de la historia, habilitando una distancia que permitió explotarlas mejor.
Este libro se propone rastrear y combatir esa distancia. Pero para ello hace falta...leer más