La sensibilidad será siempre inherente a las personas y así como los estados anímicos se perturban, también propician que la expresión artística nos conmueva. Así, el movimiento y su expresión a través de la palabra y la plástica ratifican la experiencia vital; nos conduce a la reflexión y al gozo. El inagotable campo de la filosofía aquí encuentra terreno fértil para exponer las preocupaciones que atañen a esta condición humana que se fascina con la rapidez, pero, al mismo tiempo, se plantea la contradicción entre un estar y una ausencia que afecta las relaciones interpersonales. Las percepciones sensoriales obligan a preguntarse ¿lo que veo se encuentra en el terreno de “lo real”? He aquí uno de los cuestionamientos que nos conducen a replantear qué es la “realidad” o si ésta existe en tanto se habla de ella.