Matti Megged se asoma al arte moderno con un punto de vista diferente al habitual. Ni su formación, ni su experiencia vital, ni su sensibilidad eran las típicas de un historiador del arte. Se trata de recorrer un camino que tenía mucho de búsqueda personal: de descubrir en determinados artistas lo que consideraba la urgencia de la creación en el mundo moderno.