Si el lector pudiera mirar una página de texto sin dejarse captar por el fondo, sino solo por la forma, advertiría que las letras que lo componen pertenecen al mismo modelo: letras redondeadas, casi todas de la misma altura (letras de ojo medio), unas pocas que sobresalen por arriba o por abajo... Pero hay otras que se salen de la fila por la parte superior de la línea, algunas con figura distinta de las abundantes minúsculas: son las mayúsculas. Bien porque se hallen a principio de párrafo, porque vayan después de punto o porque encabecen una palabra o frase consideradas nombre propio, las mayúsculas rompen la monotonía del texto compuesto con minúsculas para erigirse en dominantes, como el pastor que vigila el rebaño, como la imponente iglesia que preside el pueblo por su altura y su forma. Si el lector tuviera interés en saber cómo se administran las mayúsculas en un escrito, tal v...leer más