Cuerpos exhibidos en el primer plano de un escenario, Teodicea de Leibniz, retablos y drapeados de impulso gersminal, inmanencia spinoziana: los campos de acción del Barroco construyen esa religión del infinito a la que alude Gebhardt. La Societas Iesu es parte esencial dentro del devenir barroco, de sus signos y presencias discursivas. Y en la construcción de un imaginario jesuítico, las reducciones de Paraquaria emergen con la extrañeza propia de lo perdido. Las imágenes, la urbanística, el ceremonial enhebrado por áreas enigmáticas del verbo: planos que se yuxtaponen para formar los estratos de símbolos que definen esas Teocracias. Las estéticas allí desarrolladas oscilan entre lo icónico y lo barroco, bajo los alcances de atavismo y ritualidad; la semiología de la imagen misional ofrece un campo múltiple de lecturas, a partir de la correspondencia entre la representatio y la trasc...leer más