La ambición de Le Guen es el enfoque dialéctico del inconciente y, dentro de este, del complejo de Edipo -"complejo nuclear", como lo denominó Freud-, al cual atribuye una vocación unificadora y totalizante, el carácter de drama universal y único, que se recrea en cada individuo, fundándolo y diferenciándolo a la vez. Para establecer su modelo de Edipo, el autor analiza cada uno de los personajes intervinientes en ese drama: el niño, la madre, el extraño; y destaca que este último, el extraño, sólo existe por la ausencia de la madre; representa esa ausencia, es lo no familiar: por eso lo llama "no-madre". Asimismo, examina los conceptos de Melanie Klein y Lacan, entre otros, señalando sus divergencias con estos autores. El Edipo originario es un modelo y, quizá como tal, un mito; pero en todo caso, es un punto de partida y un camino para la mejor comprensión de los pacientes.