« … como si toda verdad —esa parte de sombra donde la luz se extingue— que el libro transmite no fuera más que el acceso a la muerte de la que la escritura sería, al mismo tiempo, suerte y desgracia; una muerte que hacemos nuestra con cada vocablo, con cada letra; con sonidos y silencio; donde el sentido no es más que lo que da sentido a la aventura. Como si, para tener un sentido, esta aventura necesitara, además, del sentido profundo de las palabras, de sus múltiples sentidos, que no son más que destellos de su resplandor.
Y así el libro, llevado por sus vocablos, vivirá de su vida íntima y morirá de su muerte compartida.
Y así, nosotros somos primero conducidos y después abandonados por cada fracción de segundo de nuestras vidas. De manera que, en definitiva, tan sólo podemos dar fe de este abandono.
[...]
Eso sigue su curso, sin duda. ¿Per...leer más