«Cuadro sombrío, El malestar de la cultura tiene el color de su tiempo; el odio, la agresión y el autoaniquilamiento marcan su tónica psicoanalítica. Siniestro presagio, Freud entrega su manuscrito al editor en noviembre de 1929, justo una semana después del “martes negro” de Wall Street (29 de octubre). Las últimas palabras de la primera edición testimoniaban, con todo, una vaga esperanza en los esfuerzos del “Eros eterno”, el gran agrupador. Un año más adelante, en la segunda edición –los doce mil ejemplares de la primera se vendieron con rapidez e hicieron de Freud un hombre célebre–, la última frase agregada ensombrece la perspectiva: entre los dos adversarios, Eros y la pulsión de muerte, “¿quién puede prever el desenlace?”»