Ricardo, un alumno de Segundo de Secundaria, es objeto de burlas, persecución y agresiones por parte de varios compañeros de clase. Se trata de un caso de maltrato con abuso de poder que provoca en el chico un sistema de pensamiento derrotista, de desvalorización de sí mismo e indefensión que empapa de tristeza y rabia su vida emocional. A través del diálogo con su familia y amigos, Ricaro se hará consciente de que estos pensamientos son como pirañas que devoran su autoestima y bienestar emocional. Aprenderá a hacerlos frente, desactivando su poder destructivo, hasta mejorar sus habilidades personales y cambiar la situación. Su prima Rosi, tres años mayor que él, asesorada por su madre, entrenará a Ricardo en diversas estrategias de afrontamiento del estrés: reestructuración cognitiva, relajación, visualización imaginativa y autoexposición a estímulos. El uso de estos procedimientos de la moderna psicoterapia racional emotiva permitirá a nuestro protagonista mantener una posición emocional firme, ni sumisa ni agresiva, desde la que hacer valer sus derechos, expresas sus quejas y buscar ayuda. Al modificar ciertas creencias inadaptadoras conseguirá un enfoque constructivo de la situación. Siguiendo la trayectoria de Ricardo, cualquier lector puede aprender una estrategia para convertir sus emociones negativas en una energía que le proteja e impulse a una acción eficaz. Por otra parte, Nicolás, un amigo de Ricardo, llevará a cabo un plan que movilizará a los alumnos del colegio y cambiará la actitud pasiva de los testigos del acoso. El equipo directivo del colegio planteará la defensa a las víctimas y sugerirá una acción educativa para llevar a efecto con los agresores. Todo ello, junto con el Congreso de Comunicación y Amistad que los protagonistas organizan, constituye un programa sugerente de intervención ante el maltrato en el medio escolar.