“Supongamos que Blai Bonet hubiese sido un escritor del Deep South americano y que El mar discurriera en un pueblo perdido llamado Bullet Swamp. Y supongamos que sus personajes obsesionados por Dios y la violencia y el sexo se llamasen Natchez Burr o Rufus McCaleb. Si todo eso hubiera sido así, Blai Bonet sería ahora un clásico del gótico sureño tan conocido y admirado como Flannery O´Connor, Carson McCullers, Truman Capote o incluso —y no exagero— William Faulkner, por citar solo a autores que estaban en activo cuando Bonet publicó El mar en 1958.”
Así se expresa Eduardo Jordá en el posfacio que acompaña su traducción de la novela. Y así se expresaba Agustí Villaronga cuando la adaptó al cine: “El mar de Blai es sórdido y luminoso, bello, inquietante, poético. Está lleno de amor por sus personajes. La muerte y la religión le dan forma. La religión tratada como una actitud ante...leer más