El título de este ensayo apela, de manera directa y consciente, a ese saber que Aristóteles quiso exponer y culminar en los escritos que integran su «Metafísica»; un saber del que había hablado enfáticamente, en su primera línea, al decir que «todos los hombres desean, por naturaleza, saber». En su casi escultórica rotundidad, la frase es categórica y diáfana: estipula la existencia de un 'deseo' específicamente definido por su objeto, 'el saber', y afirma, además, que ese deseo es patrimonio común y universal de 'todos los hombres', porque se da en ellos en virtud de un inapelable principio de necesidad, a saber 'por naturaleza'.
Pero en este título (El saber del deseo) se encierra, sin embargo, una solapada e intencionada ambigüedad. Podría, en efecto, darse el caso de que la efectiva y concreta elaboración de ese saber nos informara al mismo tiempo acerca de la naturaleza de...leer más