Las tramas tejidas por el autor nos hacen sentir los amarres de un relato mayor, un mandala donde va quedando claro que son ellas quienes cuidan la vida, el modo, el pálpito, el cariño, los saberes detallados y la intimidad antigua. Ellas, jinetes del misterio, bordadoras del enredo y del paso en los laberintos y los túneles del metro, sanadoras precisas de males innombrables; ellas, que en un fogonazo llevan todo al borde del abismo si es preciso.