¿Sabías que Esquilo tuvo la muerte más tonta de la Historia, que la lengua de Cicerón acabó colgada en el Foro de Roma, que Dante se dormía en mitad de una frase y Maquiavelo no era tan «maquiavélico»? Pero aquí no acaban las jugosas historias de los grandes maestros de la literatura. Casi nadie recuerda que Jonathan Swift anticipó las computadoras de Silicon Valley, que a Victor Hugo le apasionaban los toros, que Larra se enamoró de la amante de su padre, que Valle-Inclán mantuvo una intensa amistad con el hombre que le arrebató un brazo, que H.G. Wells era un distinguido ladrón de sombreros... o que unos sencillos pollos salvaron la vida del mítico Truman Capote.
«La técnica de Cicerón era tal que, al estilo de los antiguos sofistas griegos, era capaz de defender una postura y, 15 minutos después, la contraria».
A los escritores se les juzga por sus obras, pero nunca e...leer más