Un fantasma recorre el globo. Ese fantasma, proyectado por la técnica, se asemeja a nuestro doble espectral. Pero no al doble espectral de nosotros mismos, sino de la vida que llevamos. Aparece en nuestros perfiles diseñados, en nuestras formas de trabajo mediante plataformas extractivas. Se manifiesta en nuestros modos diarios de consumo. Nos espanta en nuestra delegación de toda decisión a sistemas de inteligencia artificial. El fantasma es, en definitiva, nuestra propia vida técnica, y se expresa en la cantidad de ondas invisibles que circunvalan permanentemente el planeta, al que finalmente no duplican, sino que liman y adelgazan hasta volverlo del grosor de una pantalla.
En La vida espectral, el desafiante filósofo francés Éric Sadin da un paso más en su análisis de la relación entre técnica y capital. Si desde la modernidad las formas de existencia humana se habían separa...leer más