Resulta complicado comparar Estados de derecho que gozan de una larga tradición, con regímenes que confían su destino a algo tan efímero como puede ser el futuro. Cuando estos últimos se vienen abajo , dejan solo ruinas que aún tenemos que aprender a leer. Por ello, en su caso, es mejor no hablar de realidad, sino de estabilidad. También entre los pueblos primitivos, algunos no disponen de relaciones de parentesco que garanticen vínculos sociales estables, mientras que otros sí logran crearlas, pero ambas son igualmente reales. Los vínculos inestables resultan ineludibles bajo determinadas condiciones, y ello aunque al vecino le parezca que el mundo se viene abajo cada vez que se hacen patentes. Las tribus vecinas no comprenden estos nuevos sistemas de transición de parentesco, y si pudieran distinguir entre la realidad y la ficción, sin la menor duda los considerarían ficticios.