Fue en 1996, cuatro o cinco meses después de la muerte de mi padre. Tal vez es mejor que empiece por esa muerte, por ese final. No lo sé. En ese tiempo mi padre era mi enemigo. Yo tenía veinte años y lo odiaba. Ahora pienso que odiarlo era injusto. Mi padre no merecía ese odio. No sé si merecía amor, pero estoy seguro de que no merecía ese odio. Dibujos: Javiera Hiault-Echeverría