Con la tesis de una congénita y originaria inclinación al mal estamos, sin embargo, en presencia de un caso extremo y, por así decirlo, totalizante que se sale estrepitosamente del cuadro crítico habitual. La filosofía, normalmente, evita reconducir el Íntegro sistema de las inclinaciones humanas a un origen único que es a su vez un destino. Se limita sobre todo a denunciar el efecto más o menos devastador de algunas de ellas, in primis de las inclinaciones inherentes a la esfera sexual, y comúnmente no intenta establecer un mapa completo al respecto. Por estar caracterizado por ciertas constantes, el cuadro está fundamentalmente abierto a numerosas variantes: según la época y el contexto, algunas inclinaciones -a veces tenidas por naturales, otras por socialmente adquiridas, otras provenientes de perversiones- preocupan más que otras. Lo cual, respecto a un reconocimiento puntual de...leer más